miércoles, 18 de noviembre de 2015

Sobre los hombros de nuestros antepasados

 

Una vez oí que los actuales hombres y mujeres, para bien o para mal, caminamos sobre los hombros de los que nos precedieron. Es por eso que tenemos que rendir un homenaje, aunque sea pequeño, a esos hombres que caminaron antes que nosotros por nuestro valle.

 

CASTROS EN EL VALLE DEL TIÉTAR

En la provincia de Ávila pueden encontrarse un gran número de castros, unos con determinadas zonas parcialmente reconstruidas, tales como murallas, casas y zonas de "piedras hincadas", y otros en un estado de abandono realmente preocupante. Además, en mi opinión, y observando la localización de muchos de ellos, y la aparente persistencia en la cercanía de su situación entre ellos, faltan por descubrirse bastantes en esta provincia, debiendo trabajarse más en su descubrimiento para evitar los saqueos a que se hallan sometidos un gran número de yacimientos, algunos de ellos aún desconocidos para el gran público e, incluso, para los especialistas.

 

Castro de La Pinosa

Este castro se halla a 2 km aproximadamente al S de la localidad de Mijares.

Se sitúa entre las localidades de Gavilanes y Mijares, aunque pertenece al término municipal de este último pueblo. Al igual que en “El Berrocal”, aparecen restos de muros (en la zona SO), pero sin haberse recogido materiales arqueológicos que lo ratifiquen. Se observan restos de casas circulares ocupando la cumbre amesetada.

Según estudios realizados por David Martino Pérez en el número 2 de la revista 'Trasierra' de la Sociedad de Estudios del Valle del Tiétar (SEVAT) y dados a conocer en 1997 sobre la posible organización religiosa del hábitat, existen en ese sentido cinco lugares de interés: la necrópolis, el área ritual, el 'ustrinum' o quemadero, el santuario y un ídolo que presidiría dicho lugar sagrado.

Donde se encuentra actualmente la torreta de vigilancia de incendios se situaría la acrópolis, desde la que la visibilidad de muy diferentes lugares es espectacular: se divisan al Norte el pueblo de Mijares, su sierra y el puerto del mismo nombre; al Oeste Gavilanes, Pedro Bernardo, Lanzahíta y algunas de las cascadas más altas de la provincia de Ávila; al Sur todo el valle del Tiétar y la Sierra de San Vicente, en Toledo, con los castros de 'Cabeza del Oso' y 'Castillo de Bayuela'; al Este en días claros se observa la zona del puerto de Rozas. Además, a los pies de este castro aún se conservan trazas de un camino cuando menos medieval que se utilizaba para el ganado trashumante.

En la cima del Castro de Cabeza de Oso

A unos 100 metros de la posible área ritual el autor antedicho cree que existe un centro de culto o santuario, delimitado por bloques graníticos al Oeste y cubierto en la actualidad de pinos y robles.

 

Castro de Escarabajosa (Santa Mº del Tiétar).

Señalado inicialmente como posible castro por el historiador Rodríguez Almeida en la publicación “Zephyrus” de julio-diciembre de 1955, se vuelve a insinuar su posibilidad de ciudad indígena prerromana en el primer tomo de la “Historia de Ávila”, coordinado por María Mariné. No obstante, ya en el año 2005 algunos autores lo confirman como castro vetón, próximo a corrientes de agua y con grandes zonas de pasto.

 

 

Castro del Raso

El castro de El Raso, que es como se le conoce normalmente, aunque también se le denomina castro de "La Cabeza de la Laguna", castro de "El Collado del Freillo" y castro de "El Raso III", fue ocupado en los siglos II-I a. C. y llegó a ser el centro fortificado más importante del valle del Tiétar.

Se encuentra en la vertiente meridional de la sierra de Gredos en el monte denominado Collado del Freíllo, sobre la garganta de Alardos. Por las monedas romanas que se han encontrado en él se supone que se abandonó hacia el año 40 a. C. El poblado, en el que podrían vivir entre 500 y 1000 habitantes, ocupa una suave colina de 655 m. Existen numerosos restos de otras poblaciones y castros asentados en los alrededores. Posee un completo y complejo sistema defensivo, constituido por dos fuertes bastiones en la entrada principal, varios fosos (uno de ellos de más de 10 m de anchura y 3 m de profundidad) y una muralla de 1800 m de longitud que rodea casi todo el poblado, a excepción de la zona que se halla protegida por la garganta de Alardos, en una superficie de 20 ha aproximadamente.

A algunos kilómetros del castro, en la confluencia de la garganta sobre la que se encuentra, Alardos y el río Tiétar, se ha encontrado un santuario al aire libre, denominado como el lugar en el que está, Postoloboso, en honor al dios Vaelico o Vélico, que se relaciona con el lobo, ya que dicha palabra procede de “vailos”, que en lengua celta significa lobo.

Se sabe todo esto porque se han hallado numerosas referencias con ofrendas escritas –en latín- en varias aras votivas como la de la imagen, lápidas halladas en el santuario que fue utilizado en la Edad Media como ermita y que en la actualidad se denomina ermita de San Bernardo.

Más información: http://www.crienaturavila.com/

 

jueves, 2 de julio de 2015

DE LA IMPORTANCIA DE LAS PEQUEÑAS COSAS

Muchas veces, sobre todo en los tiempos que corren, dejamos pasar por delante de nosotros las cosas que realmente importan, acelerados por nuestro día a día y la celocidad de los acontecimientos. Y las cosas, cuanto más pequeñas, más importantes.

 

 

DARWIN, LOMBRICES Y SOSTENIBILIDAD

J. M. Crespo

Escribía Darwin, hace más o menos ciento treinta años, que uno de los mayores obstáculos que encontró la ciencia en el XIX fue la incapacidad humana para sumar los efectos recurrentes. Cuando estos son, en cierta medida, responsables de gran parte de los mayores cambios que se producen en la Tierra, como el lento e incesante trabajo de la erosión o el imperceptible movimiento de los continentes.

Una incapacidad determinada muy probablemente por nuestra noción de tiempo que está, lógicamente, adaptada a una escala temporal humana, con ciclos de corta duración como día-noche, las estaciones o nuestra propia vida. Por esto, comprender procesos que precisan miles o millones de años ha sido siempre un complejo ejercicio de imaginación, más cuando la experimentación no es posible. Y esta fue sin duda una de las más grandes dificultades que la teoría de la evolución tuvo que superar. La selección natural actúa sobre los organismos de manera imperceptible y con el paso de dilatados períodos de tiempo.

Posiblemente por este motivo y la curiosidad de Darwin por los aspectos importantes de la naturaleza, su última obra, publicada apenas cinco meses antes de su muerte en febrero de 1882, fue dedicada a la vida y función de las lombrices de tierra: La formación del manto vegetal por la acción de las lombrices. Pequeños habitantes del suelo que poco a poco digieren toneladas de materia orgánica vegetal que mineralizan, posibilitando así que las plantas puedan disponer de su alimento.

El naturalista inglés observó de cerca la biología de estos gusanos durante cuatro décadas, tomando notas sobre sus poblaciones y el ritmo al que se desarrollaban las capas de suelo y concluyó que la porción orgánica que cubre la tierra había pasado varias veces por su intestino. De nuevo un efecto recurrente, imperceptible a nuestros ojos, suponía un proceso insustituible para la continuidad de la vida.

El hábitat de las lombrices es el suelo, posiblemente el medio más diverso y densamente poblado de la superficie terrestre, pues en tan sólo un puñado de ese sustrato oscuro que denominamos humus, los microorganismos se cuentan por millones y un innumerable elenco de invertebrados como insectos, miriápodos o arácnidos, constituyen la más compleja de las cadenas tróficas en la que los descomponedores suponen el soporte vital del sistema.

Los beneficios de las lombrices son múltiples. A su labor de digestión de la materia orgánica, se debe sumar la de crear todo un entramado de galerías que permiten la circulación del aire y el agua, convirtiendo los primeros centímetros de suelo en una especie de esponja que absorbe el agua de lluvia, evitando así la escorrentía superficial y la consecuente erosión. Además, su población, que se estima en hasta el cincuenta por ciento de la biomasa animal de ecosistemas como bosques o praderas, supone un alimento indispensable para multitud de aves, mamíferos, reptiles, anfibios e insectos. Y también el hombre ha sabido ver en estos ciegos devoradores de hojarasca un valioso aliado, no sólo como cebo para pesca, sino como una sostenible industria basada en la obtención de compost ecológico de alta calidad, la lumbricultura o vermicultura.

Cuando paseemos por entre nuestros castaños o rebollos podemos bien detenernos un instante y con las manos escarbar entre la hojarasca húmeda para abrir paso a la luz hacia un mundo oscuro y silencioso. Descubrir cómo en estos pocos centímetros atmósfera, hidrosfera, biosfera y litosfera interactúan como en ningún otro lugar. Y que allí habitan la lombriz, la hormiga y tantos más que no hacen sino asegurar que el bosque permanezca y con él la vida en el paisaje.

En este siglo XXI, en el que la palabra sostenible acompaña a casi todo aquello que no acaba de serlo, tan sólo tendríamos que mirar bajo nuestros pies y entender que no se trata de inventar sino más bien sólo de imitar y tener presente que no fuimos nosotros los que inventamos la sostenibilidad, sino que fue la misma vida quien lo hizo y gracias a ello tuvimos la oportunidad de ser.

Piedralaves, febrero de 2015

 

 

martes, 9 de junio de 2015

La Judería de Candeleda

Hola a todos!

Os dejamos con este interesante artículo sobre la judería de Candeleda, que va más allá del simple lugar, con sus estrechas calles y su silencio atemporal, y que nos habla de lo humano, que en el fondo es lo que hace que las cosas y los sitios sean de determinada manera. Disfrutadlo.



LOS JUDIOS DE CANDELEDA

Por Inocente Cardiñano Bardece

LA ALJAMA CANDELEDANA

Candeleda tuvo su judería, al igual que otros pueblos del Valle del Tiétar, y alcanzó su mayor esplendor durante el periodo comprendido entre mediados y finales del s. XV.

Coincidiendo con la concesión a Candeleda del título de Villa el 14 de Octubre de 1393 por parte de Enrique III "El Doliente", y debido a las labores repobladoras inherentes a dicho reconocimiento, se produjo la llegada de nuevos candeledanos y entre ellos también de algunos judíos. No obstante, fueron los continuos y duros ataques sufridos a finales del siglo XIV por los judíos de algunas de las aljamas más poderosas del momento, como las de Andalucía y Toledo, los que obligaron a muchos de ellos a trasladarse de las ciudades al campo, en cuyos pueblos los acogieron y protegieron los grandes señores feudales, por lo que es probable que la mayor parte de aquellos judíos que contribuyeron a la repoblación de la nueva Villa provinieran de Toledo y Talavera, dada la cercanía de Candeleda con dichas ciudades.

Uno de los factores determinantes del impulso económico que experimentó el Valle de Tiétar, y por ende de Candeleda, en tiempos de Enrique III, fue debido a que él mismo dictó normas y tomó medidas tendentes a la protección y potenciación de la agricultura y de la ganadería, al mismo tiempo que daba un importante impulso al comercio de la lana y a todas las actividades económicas relacionadas con el mismo. Con el paso del tiempo, y debido a la dinamicidad económica generada por dichas actividades y al efecto llamada de las mismas sobre un colectivo como el judío que tenía en el comercio y en la capacidad financiera necesaria para el normal funcionamiento del mismo una de sus actividades económicas más importantes, a partir del año 1464, las aljamas del Valle del Tiétar comienzan a contribuir fiscalmente, entre ellas las de La Adrada, Arenas de San Pedro, Mombeltran y Candeleda.

En relación con la agricultura su actividad se centraba en el cultivo de viñedos y rara vez en el de cereales. Así encontramos el 1492 judíos propietarios de viñas en Candeleda. También cultivaban olivares y diversas especies de cítricos; dedicándose también en algunos casos a la apicultura para la obtención de cera y miel. Esta última actividad queda probada por el hecho de que por aquellos años el judío Salomón Pilaz era dueño de 100 colmenas y una majada en Candeleda. Como recaudadores de impuestos se encargaban de cobrar los derechos de portazgo y montazgo de Puerto de Candeleda y del cobro de las rentas de los señores feudales del Valle de Tiétar, como es el caso del ya citado Salomón Pilaz que junto con otros judíos cobraban las alcabalas y otros derechos del conde de Miranda en Candeleda.

Entre los judíos de Candeleda se podían encontrar algunos muy ricos, los menos, y otros pobres y en ciertas ocasiones muy pobres, lo cual viene a desmontar la creencia popular de que todos los judíos pertenecían a las clases acomodadas de la época. Lo que sí es un hecho contrastado es que los judíos candeledanos aumentaron, con el paso del tiempo, en número y en posesiones, como lo demuestra el que la cantidad con que contribuían vía impuesto pasó de 450 castellanos (1 castellano igual a 485 maravedís) en 1464 a 3.196 castellanos en 1490. Candeleda tuvo una judería reducida pero muy activa. Su ubicación se encuentra en lo que actualmente es la plaza del Herreñal y las calles que la delimitan. La citada plaza fue desde la llegada de los primeros judíos a Candeleda, hasta la expulsión de los mismos por los Reyes Católicos, el centro neurálgico de la aljama candeledana. Con posterioridad a la expulsión siguieron habitando dicho enclave algunos de los judíos que se convirtieron y bautizaron, aunque otros se mudaron a otras zonas de la localidad. El perímetro de dicho enclave estaba formado en su momento, y actualmente se conserva dicha disposición espacial, principalmente por las calles de la Concepción, del Clavel, de la Azucena y de la Amargura.

De la plaza del Herreñal nacen seis calles que configuran la especial disposición de la citada plaza, disposición pensada tanto para el aislamiento como para la defensa y huida de la aljama en caso de necesidad. Los nombres de sus calles, tan sonoros como: de la Rosa, de la Luna, del Sol – cambiada posteriormente por el de calle del Hospital -, de la Fortuna, de la Moneda y de la Plata nos trasladan actualmente a una época, la medieval, en la que la aljama estaba ocupada por lañadores, cesteros, tejedores, guarnicioneros, plateros, etc., así como por tenderos comerciantes, prestamistas y banqueros. También parte de dicha plaza la calle de Talavera, llamada así porque desde la misma se accedía al camino que llevaba a dicha localidad, senda que era transitada habitualmente por los judíos candeledanos que durante su permanencia en Candeleda mantuvieron estrechas relaciones sociales y comerciales con los judíos de Talavera. En la calle de la Amargura, en cuyo nº 14 se encuentra actualmente la Casa de la Judería se encontraba antiguamente la Casa de la Inquisición, por lo que el nombre de dicha calle puede que se deba al amargo camino que debieron recorrer los judíos camino del exilio o a los malos ratos que los mismos pasaron a manos del Santo Oficio. La comunidad judía de Candeleda debió estar unida en algún momento a la de Oropesa a efectos de pagos de impuestos, pues consta en los anales que en 1474 dicha población contribuyó sin los judíos de Candeleda, lo cual da a entender que con anterioridad a dicho año si lo había hecho y que posteriormente se constituyó en aljama independiente.

En 1479 tenía lugar en Candeleda un hecho que pudo acabar en tragedia. Estando el judío Abraham Arauso en la Puebla de Naciados (Cáceres) tomando posesión de la villa en nombre de los Reyes Católicos, llegó Pedro Manrique, conde de Treviño, persona violenta e irascible, apresó al judío y lo condujo a Candeleda, villa de su propiedad. Allí lo puso en la plaza pública, presumiblemente en su rollo o picota, para quemarlo, hecho que no llegó a producirse porque las demás aljamas reunieron los 30.000 maravedís necesarios para rescatarlo. Una vez liberado, Abraham Arauso reclamó ante el Consejo Real para que se le hiciese justicia y le fuese devuelto el importe pagado por su rescate y poder restituir así dicha cantidad a aquellos que se la habían prestado para conseguir su libertad. Se negó el conde a dicha devolución, pero los Reyes Católicos le ordenaron que así lo hiciera.

La recaudación de impuestos por parte de los judíos siempre fue una actividad problemática no solo en lo que se refiere a la relación de los recaudadores con los que debían abonar los tributos, sino entre los propios recaudadores. Así, a finales de 1478 Isaque Caba, judío candeledano, fue llevado a pleito por el judío Jaco Abelia, vecino de Jaraiz. Ambos habían sido recaudadores de alcabalas en el Campo Arañuelo durante los dos años anteriores. Hubo acusación de quebrantamiento de compromiso e insultos. Se les propuso como mediadores a otros dos judíos, lo que aceptaron, pero la mediación nunca llegó a producirse porque el judío de Jaraiz huyó a Portugal pues debía estar convencido de que la razón asistía al candeledano. Al año siguiente y en relación también con el cobro de impuestos, en esta ocasión con los que tenían que ver con el pago de derechos por el paso de ganado por la Sierra de Gredos, el Concejo de la Mesta pedía que se resolviese el pleito iniciado por el procurador fiscal contra Rabí Sento vecino de Ávila por cobrar en el Puerto de Candeleda derechos de portazgo excesivos a los pastores y ganaderos. También era frecuente que los recaudadores se ocuparan, además de en cobrar los derechos del noble para quien trabajaba, en procurarse una cantidad adicional para sí mismos. Así, entre los años 1489 y 1491, Salomón Pilaz que, como ya hemos visto anteriormente, se ocupaba de cobrar las alcabalas, pechos y derechos que en Candeleda pertenecían al conde de Miranda, realizó dicha labor acompañado por el después converso Fernand Núñez de Oropesa. El importe total a recaudar ascendía a 130.000 maravedís, pero fueron tan duros y expeditivos en su labor recaudatoria que para llevarla a cabo hicieron vender o cambiar mucha casas, viñas y huertas a los que debían abonar dichos impuestos, llegando a alcanzar con dichas prácticas la cantidad de 200.000 maravedís e incluso más. Ante tal exceso recaudatorio Salomón Pilaz debió meditar sobre qué decisión tomar: entregar la totalidad al conde o quedarse con una parte del mismo. Parece ser que Salomón opto por la segunda opción y huyó a Portugal llevándose 25.000 maravedís de la recaudación. El conde para resarcirse de ello encarceló a Fernand Núñez de Oropesa en Candeleda y a su mujer la encerró en una caverna y les robo sus bienes. Aproximadamente cuatro años después, Fernand Núñez de Oropesa, ya converso y bautizado, seguía preso en la cárcel de Candeleda. Dichas prácticas por parte de los recaudadores junto con el enriquecimiento de algunos judíos y los intereses abusivos con que los mismos grababan los prestamos, hicieron que aquellos que actuaban de tal forma no fueran bien vistos por los candeledanos. Al respecto del citado enriquecimiento de algunos de los judíos candeledanos, es de resaltar el caso de Abraham Pajyn que logro amasar una importante fortuna en Candeleda y en otros lugares cercanos como Jarandilla y Oropesa, fortuna consistente en casas, viñas y otras propiedades que en el momento de expulsión alcanzaban la cantidad de 70.000 maravedís. La orden de expulsión mediante Real Cedula de 1494 impuso a los judíos del Valle del Tiétar, y por ende a los de Candeleda, el abandono de sus hogares. Dichos judíos se embarcaron en los puertos de Andalucía hacia Marruecos, aunque algunos de ellos eligieron el camino de Portugal para marcharse. En el mismo año de la expulsión, los Reyes Católicos dispusieron que aquellos judíos convertidos al cristianismo y que hubieran sido bautizados pudieran volver para instalarse en el mismo lugar del que habían partido, recuperando al mismo tiempo las pertenencias que dejaron al marchar.

Con posterioridad a la expulsión siguieron habitando dicho enclave algunos de los judíos que se convirtieron y bautizaron, aunque otros, también conversos, a su regreso se mudaron a otras zonas de la localidad, como a la plaza de los Vergeles, seguramente para estar lejos de la Santa Inquisición. A muchos de los judíos que fueron obligados a marcharse se les hizo insoportable verse privados de sus bienes y de la vida acomodada de que disfrutaban anteriormente, lo que motivó que algunos de ellos volvieran una vez bautizados. Los nuevos propietarios de los bienes que los judíos dejaron al partir , casi todos pertenecientes a la nobleza, se resistieron y pusieron innumerables trabas a la devolución de dichos bienes a los judíos que retornaron una vez conversos y bautizados. Por dicho motivo en 1493, los Reyes Católicos ordenaron a Fernando Álvarez de Toledo, conde de Oropesa, que devolviese al converso Juan Martínez los bienes que su padre había dejado cuando salió como judío. Dicho padre era Abraham Pajyn, vecino de Candeleda. Algo parecido ocurrió con el conde de Miranda, pues a finales del mismo año el converso Fernand Núñez de Oropesa, vecino de Jarandilla que aseguraba que llevaba en la cárcel de Candeleda desde cuando era judío. Se convirtió pero el conde no le devolvió sus bienes. Con la expulsión o con la conversión forzosa de los judíos se logra la unidad religiosa de España. Desde ese momento toda persona fuera del seno de la Iglesia Católica se encontraba fuera de la ley. Inmediatamente después de la expulsión una de la dedicaciones prioritarias de la Inquisición era la de descubrir, perseguir y castigar a aquellos judíos que, aunque conversos y bautizados, seguían practicando su religión en secreto. En Candeleda se cita en 1536/1537 a Diego de Cáceres, cristiano nuevo aunque sus abuelos murieron judíos.

A partir del momento de la expulsión los judíos que abandonaron España pasaron a ser conocidos como "sefarditas", pues para ellos el nombre de la tierra que acababan de dejar era "Sefarad". Actualmente los descendientes de aquellos sefarditas, entre ellos los candeledanos, se encuentran desperdigados por todo el mundo, pero una parte importante de los mismos se encuentra en el norte de África, principalmente en Marruecos.

Casa de la Judería, Arcadio Blázquez Sánchez.

Fuente: Notas sobre los judíos del Valle del Tiétar. Inocente Cardiñano Bardece. Trasierra.

 

 

viernes, 22 de mayo de 2015

Homenaje a David Martino

El pasado 4 de Abril, y en su pueblo natal, Gavilanes, se celebró el homenaje a David Martino, colaborador de la revista Trasierra. Pero David Martino es algo más que un colaborador. Enamorado de su pueblo, del que es considerado su más notable historiador contemporáneo, y por extensión de nuestro Valle del Tiétar, David Martino es un investigador, un viajero incansable, un hombre del renacimiento, autodidacta y versado en el alma humana.

David Martino, ojeando el actual número de la revista Trasierra al comienzo de su homenaje en Gavilanes

 

Todo esto quedó claro ese día, como lo hace el actual número 11 de la revista Trasierra, que le dedica un reportaje. Es más, este número recoge las últimas investigaciones "sobre el terreno" de David, tres nuevos hallazgos arqueológicos en el Valle del Tiétar: un màs que factible calendario astral, unos grabados zoomorfos neolíticos y una posible necrópolis de la edad del Bronce.

Sobre la vida de David Martino, y sobre estos nuevos hallazgos, giró tanto el homenaje como el recorrido por sus investigaciones, en el que intervinieron el presidente de la SEVAT, Eduardo Tejero, el alcalde de Gavilanes Antonio Padró, así como otros colaboradores de la revista Trasierra y el público, que no desaprovechó la ocasión para preguntarle sobre todo ello.

En fin, una tarde entretenida e interesante de la que disfrutamos todos. Damos la enhorabuena a David por este homenaje, esperando que su intuición y saber siga dándonos tantas buenas noticias.

 

 

lunes, 13 de abril de 2015

Un nuevo comienzo, una nueva época.

 

Cuando decidimos volver a retomar la publicación de El Periódico del Tiétar, superando obstáculos y dificultades, siempre supe que había que eliminar aquél dicho de "segundas partes nunca fueron buenas". Este blog es en buena parte un signo de esa idea.

Intentamos que El Periódico del Tiétar siga siendo el punto de encuentro de nuestro valle, en nuestra comarca, y que sirva de elemento vertebrador de la misma, sazonando sus páginas con leyendas, historias, noticias, sintiendo el pulso de esta tierra que amamos, hayamos nacido aquí o no. Ese gusto por el papel, por lo escrito en ese medio -que tanto amo- necesitaba un contacto, un nexo, con las nuevas tecnologías. Este blog busca eso: inmediatez, otro formato, otra forma de dar a conocer el Valle, sus gentes, sus negocios, sus vidas.

Espero que disfrutéis de este blog de la misma manera que lo hacéis con nuestra edición impresa.

 

Vito Rosella, Director de El Periódico del Tiétar.

jueves, 19 de marzo de 2015

Hola!

Bueno, parece ser que ya estamos por aquí...

En breve tendréis noticias nuestras... No se podría pedir otra cosa de un periódico!